martes, 9 de marzo de 2010

Géneros Literarios

El género literario es un sistema que permite la clasificación de obras literarias de acuerdo a criterios semánticos, sintácticos, fónicos, discursivos, formales, contextuales, situacionales y afines. En la historia ha habido varias clasificaciones de los géneros literarios. Por lo cual no se puede asistir a una determinación en la cual se pueda categorizar todas las obras de la historia en un criterio común.
Los géneros literarios son modelos de estructuración formal y temática de la obra literaria que se ofrecen al autor como esquema previo a la creación de su obra. Los géneros literarios son los distintos grupos o categorías en que podemos clasificar las obras literarias atendiendo a su contenido. La retórica clásica los ha clasificado en tres grupos importantes: lírico, épico y dramático. A éstos algunos suelen añadir el didáctico.

Propuestas acerca de los géneros literarios
Esta división de géneros en la literatura griega incluye los siguientes:
Género dramático
Género lírico
Género narrativo
Género didáctico
Género poético
Se inicia con Aristóteles, quien en su obra La Poética habla sobre tres de los géneros anteriores:
Épico
Lírico
Dramático
Cada uno de ellos venía definido por un modo de expresión y un estilo propio que debía adecuarse a su finalidad estética. Cualquiera de estos géneros puede expresarse en verso o en prosa.
Épico: En este género los sucesos son sobre luchas reales o imaginarias que le han sucedido al autor o a otra persona. Su forma de expresión siempre fue el verso. Las especies más importantes son:
Epopeya: Cuenta las hazañas que se dieron en la edad antigua. Sus personajes son dioses y seres mitológicos. Entre las epopeyas más importantes se encuentran "La Iliada" y "La odisea".
Cantar de Gesta: Cuenta hazañas realizadas por los caballeros de la edad media. Generalmente son leyendas heroicas de un pueblo.Aquí destaca el cantar de "Los Nibelungos" y el cantar del "Mio Cid".
Poemas épicos: Nos cuenta las hazañas de un héroe, que en su mayoría es un conquistador, pues busca exaltar o engrandecer a un pueblo.
Observación: En la civilización romana fue el poeta Horacio quien recogió las teorías griegas referentes a la creación literaria, en su Epístola a los Pisones, también conocida como Arte poética.
Actualmente también se consideran géneros literarios aquellos que son didácticos como:
La oratoria
El ensayo
La biografía
La crónica.
Géneros literarios en Japón
Algunos géneros literarios de Japón son Waka, Katatu, Chooka, Sedooka, Tanka, Renga, Haikai, Haiku.
Género literarios de Grecia clásica
Lírica coral
Oda, Himno, Anacreóntica, Epitalamio, Peán.
Géneros aristotélicos
Literario, lírico y dramático.
Géneros literarios en la biblia
Las distintas maneras de escribir que tenían los autores de la época. Narrativo, apocalíptico, sapiencial, jurídico, lírico, evangélico, profético y epistolar.
Géneros Literarios Contemporáneos
En la actualidad es difícil hablar de género, especialmente con respecto a la producción de obras después del modernismo. Debido a que no existen características formales para determinar qué obras pertenecen a determinado género. Por ejemplo, la novela que tuvo una ascensión como obra literaria al finales del siglo XIX en Francia con Gustave Flaubert, y en el siglo XX y comienzos del siglo XXI se ha convertido en el género por excelencia donde hay más propuestas de escritura, se le denomina a un corpus de obras donde abarca cierta extensíon, donde se puede alojar varios discursos y donde no es necesaria, ni la unidad ni la coherencia en la acción de acuerdo al canon aristotélico. Y donde es más concurrente la existencia de la polifonía, como también hay una múltiple temática en las obras que se crean. No obstante de tal clasificación de la novela, no existe un elemento formal común que pueda reunirlo en un grupo.
Género narrativo
Se refiere a aquellos géneros discursivos con una extensión limitada. Se pueden distinguir dos series de narrativas: la narrativa de la modernidad y la narrativa de la posmodernidad. El que narra la historia se llama Narrador. Este género cumple la función referencial del lenguaje y se caracteriza por ser una narración de forma secuencial compuesta por personajes dentro de ésta. Tiene coherencia en lo que se está contando, tiene en cuenta los tiempos en los que los personajes actúan.
Comunica las más íntimas vivencias del hombre, lo subjetivo, los estados anímicos y los estados amorosos.
El presente, pasado y futuro se confunden.
No tiene metro ni ritmos propios sino que el poeta acude a todos aquéllos que le parecen más oportunos para expresar mejor sus sentimientos.
Hablante lírico, es el que expresa todos los sentimientos en el poema respecto a un objeto lírico.
El objeto lírico es el ente, objeto o situación que provoca los sentimientos en el poeta, los que son expresados por el hablante lírico.
El motivo lírico es el tema del que trata la obra lírica, eso quiere decir que es el sentimiento predominante que expresa el hablante lírico acerca del objeto lírico.
La novela como género
El tratamiento de la novela como género escrito, sólo vino después 1934, cuando MIjaíl Mijailovish Bajtín, diferenció la novela de la prosa novelesca y la poesía lírica. Los antecedentes de esta discusión de los anteriores críticos, es que ellos no había encontrado en la novela la misma forma-estilística de la poesía, y por consiguiente se le había negado cualquier significación artística, para sólo tratarla como un documento. A partir de los años veinte, se había planteado estudiar la prosa novelesca, y definirla por su especifidad. De acuerdo con Bajtin, fue un error de los críticos de los años veinte, el de calcar los análisis de los géneros poéticos para ser un estudio monoestilístico. Rechazando así a la estilística el estatu de estudio de la novela por sólo reducirse a las destrezas individuales y del artista, y dejando a lado, las evidencias del habla de las ciudades, de los registros sociales, de las generaciones y las épocas. (Francisco Abad, "Bajtín ante la lengua literaria").

Fábula

Fábula
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Las fábulas son composiciones breves literarias en las que los personajes casi siempre son animales u objetos, que presentan características humanas como el habla, el movimiento, etc. Estas historias concluyen con una enseñanza o moraleja de carácter instructivo, que suele figurar al final del texto.

Género literario
No debe confundirse con la parábola o relato simbólico ni con el discurso o sermón parenético, cuya intención es exhortar a seguir una conducta ética y por ello recurre con frecuencia a este tipo de procedimientos.

Se diferencian de los apólogos en que éstos son más generales y en ellos pueden intervenir además hombres y personajes tanto animados como inanimados. Pueden estar escritas en prosa o verso. En el Index motifs, catálogo de motivos de relatos folclóricos de Antti Aarne y Stith Thompson (Aarne-Thompson), las fábulas aparecen clasificadas como cuentos de animales.

A pesar de ser un género literario sujeto a la transmisión oral de generación en generación, la fábula aún conserva estas características que la diferencian de otros géneros narrativos más mutables como el cuento o relato o la novela, a la cual el tiempo ha traído numerosos cambios y nuevos subgéneros y tendencias.

Conviene distinguir claramente la fábula género literario de la fábula argumental o argumento: Aristóteles hablaba de esta última cuando escribe que la fábula es uno de los seis elementos que forman la tragedia junto con los caracteres, el canto, la elocución, el pensamiento y el espectáculo. (Poética, cap. VI, 1450a). Así pues, la fábula trágica es su argumento o el encadenamiento de acciones y hechos expuestos que forma la narración o, de otra forma, en el lenguaje cinematográfico, la sinopsis.

Historia
La fábula ya era cultivada en Mesopotamia, dos mil años antes de nuestra era. Unas tablas de arcilla que provienen de bibliotecas escolares de la época cuentan brevemente historias de zorros astutos, perros desgraciados y elefantes presuntuosos. Muchos de estos textos muestran una gran afinidad con los proverbios por su construcción antitética, pero no poseen una moral explícita.

En la antigüedad griega, la primera fábula es conocida, como la del ruiseñor, la contó Hesíodo alrededor del siglo VIII a.c en Los trabajos y los días, y ya posee la intención de hacer reflexionar sobre la justicia. Aunque en Homero no hay fábulas, sus comparaciones con animales ya poseen in nuce el germen del género. En época clásica Sócrates entretuvo sus últimos días poniendo en verso las fábulas de Esopo. Demetrio de Falero publicó la primera colección de fábulas históricamente atestiguada, que se ha perdido, pero que dio lugar a innumerables versiones. Una de ellas, fusión de varios manuscritos, data probablemente del siglo I después de Cristo, y es la llamada Augustana. Es a esta colección a la que nos referimos cuando hablamos de las llamadas Fábulas de Esopo. Era este un esclavo semilegendario de Asia Menor de cuyas circunstancias biográficas poco se puede sacar en limpio, salvo que fue vendido como esclavo en Samos al filósofo Janto, quien le prometió repetidas veces la libertad y la obtuvo al fin gracias a una intervención popular. Nicóstrato hizo una colección de fábulas con intención educativa en el siglo II, y también otros sofistas. De Grecia la fábula pasó a Roma; Horacio escribió en Sátiras, II, 6, una memorable, la del ratón del campo y el ratón de ciudad; Fedro, siguiendo ese precedente, transformó el género en prosa en un género poético en verso. En el siglo IV el poeta romano Flavio Aviano escribió unas cuarenta, en su mayor parte adaptaciones de las de Fedro, pero otras no atestiguadas por ninguna tradición y quizá elaboradas por él mismo; las fábulas de Aviano circularon mucho en la Edad Media, porque a diferencia de las de Fedro no son nunca licenciosas y su métrica, en la que abunda el hexámetro leonino, facilita el recuerdo.

En la Edad Media la fábula continúa transmitiéndose bajo nombres de autores o de colecciones que parecen pseudónimos: Romulus, Syntipas, pseudo-Dositeo, el Isopete... Esta temática se expande considerablemente mediante el Roman de Renart, colección de narraciones compuestas por clérigos anónimos en el siglo XII. En las historias del Ysengrinus, obra latina del poeta flamenco Nivard de Gand, la lucha del zorro contra el lobo sirve de pretexto para una vigorosa sátira social del la sociedad feudal y sus injusticias. La fábula se transforma aquí en una comedia animal. En el siglo XII, la poetisa María de Francia publica una colección de 63 fábulas.

Por otra parte, circularon por Europa numerosas colecciones de otras fábulas pertenecientes a una tradición autónoma distinta de origen indio (Hitopadesa, Pancatantra), difundidas a través de traducciones árabes o judáicas españolas o sicilianas. Muchas de ellas fueron a pasar a exemplarios o libros de ejemplos para sermones. El más famoso y difundido fue sin duda la Disciplina clericalis del judío converso español Pedro Alfonso, entre otros muchos.


Jean de La FontaineDurante el Renacimiento las fábulas contaron con el interés de los humanistas; Leonardo da Vinci, por ejemplo, compuso un libro de fábulas. El género de los emblemas, que se puso de moda en el siglo XVI y XVII, recurrió con frecuencia a la fábula en el comentario escrito y en el grabado gráfico a imitación del humanista italiano Alciato, como los de Guillaume Guéroult, quien parece haberse especializado en este género con Le Blason des Oyseaux (1551), Les Hymnes du Temps et de ses parties (1560) y Les Figures de la Bible (1564), compuestos bajo el mismo modelo de un grabado acompañado de una corta pieza en verso. En Portugal cultiva la fábula Sá de Miranda. El jesuita François-Joseph Desbillons, profesor, produjo quinientas sesenta. Boisard publicó una colección con mil y una. Jean-Pons-Guillaume Viennet publicó en 1843 fábulas que escribió a lo largo de toda su vida. Incluso Napoleón, antes de ser consagrado emperador, compuso una juzgada bastante buena en su época.

Sin embargo casi todos estos autores han caído en el olvido, salvo Jean de La Fontaine y el escritor dieciochesco Florian (1755-1794). Este último compuso una colección de un centenar de fábulas de moraleja pública o privada. Florian inspiró a su vez al inglés John Gay y a los españoles Tomás de Iriarte (Fábulas literarias) y Félix María Samaniego. Gotthold Ephraim Lessing ilustró el género en Alemania e Ignacy Krasicki en Polonia.

En el siglo XIX la fábula se cultivó también con ahínco en el resto del mundo, aunque no en Francia; tuvieron éxito solamente las colecciones especializadas en temas concretos; en Rusia cultivaron el género Iván Krylov, en España Cristóbal de Beña (Fábulas políticas) y Juan Eugenio Hartzenbusch y en México José Rosas Moreno. Ambrose Bierce utilizó la fábula para la sátira política en los Estados Unidos (con sus Fábulas fantásticas y su Esopo enmendado), pero Beatrix Potter (1866-1943) fue más convencional en Gran Bretaña.

En España, y ya en el siglo XX, ha escrito un Nuevo fabulario Ramón de Basterra, quien, siguiendo algunos precedentes de Hartzenbusch, hace protagonistas de sus composiciones a elementos deshumanizados, como máquinas, cigüeñales, émbolos, cables y grúas, en vez de leones, zorras, cuervos o lobos; con ello incorpora la Revolución industrial y las Vanguardias a esta milenaria tradición. En 1961, el dramaturgo francés Jean Anouilh publicó una colección de 43 fábulas que fue muy vendida y revitalizó este género. Jean Chollet ha escrito también en el siglo XX bastantes fábulas inspiradas en el mundo actual.

Las fábulas y los apólogos se utilizaron desde la Antigüedad grecorromana por los esclavos pedagogos para enseñar conducta ética a los niños que educaban. La moral deducida de estos ejemplos era la del paganismo: es imposible cambiar la condición natural de las cosas, incluida la condición humana y el carácter de las personas. Con el tiempo, el Cristianismo sustituyó esta concepción del mundo por otra que presuponía en el hombre la posibilidad de cambiar su naturaleza, con un juicio moral incluido. Esopo y Babrio, entre los autores de expresión griega, y Fedro y Aviano entre los romanos, han sido los autores más célebres de fábulas y han servido de ejemplo a los demás. Con la revitalización de la Antigüedad clásica en el siglo XVIII y su afán didáctico y educador comenzaron a escribirse fábulas; en el siglo XIX, la fábula fue uno de los géneros más populares, pero empezaron a ampliarse sus temas y se realizaron colecciones especializadas. En el siglo XX el género se cultivó ya muy poco.

Características
La fábula clásica reposa sobre una doble estructura; desde el título mismo se encuentra una oposición entre dos personajes de posiciones subjetivas encontradas. Pero estos dos personajes se encuentran siempre en desigualdad social: uno en posición alta y otro en posición baja y desfavorable. Gracias a un evento narrativo imprevisto o survenant, el que estaba en posición alta se encuentra en posición inferior y viceversa. Este esquema es denominado por Christian Vandendorpe como "doble reenvío" en Apprendre à lire des fables, Montréal, 1989 y se encuentra en decenas de ellas, sobre todo en las populares, y permite fijar la comprensión y vehicular una moralidad clara. Como dice Hegel, "La fábula es como un enigma que será siempre acompañado por su solución" (Estética, II) Incluso si la fábula no tiene ya popularidad, el esquema que la forma se reencuentra en el hecho diverso (Christian Vandendorpe, De la fable au fait divers) y en la leyenda urbana (Jean-Bruno Renard, Rumeurs et légendes urbaines, Paris: Coll. Que sais-je?, 3445). Estas situaciones son imprescindibles en una fábula, pues sin importar el autor, el contexto social o político, éstas son las que la identifican y marcan un límite entre ella y otros géneros similares con los que podría confundirse por la forma alegórica que contienen. Otro punto de partida importante para delimitar la fábula, es que ésta se estructura en hechos imposibles a diferencia de los otros géneros alegóricos.

Como género literario posee un carácter míxto narrativo y didáctico y estas propiedades:

Esencialmente ofrece un contenido moralizante o didáctico.
Siempre contiene una moraleja. En las más antiguas se encuentra escrita al final del texto.
Generalmente es una pieza muy breve y con pocos personajes.
Posee una gran inventiva, riqueza imaginativa y de colorido.
Es inverosímil.
Su exposición de vicios y virtudes es maliciosa, irónica.
[editar] Fábula y moral
A lo largo de la historia, la fábula ha sido considerada más que un elemento lúdico o un género literario. Diferentes pensadores le han dado a la fábula un tinte de elemento ejemplarizante que a lo largo de la historia ha fungido como más que relatos fantásticos con animales.

Uno de los primeros filósofos que opinó respecto a la problemática de la enseñanza por medio de las fábulas, fue Platón, quien la atacó por la preponderancia que él le daba a la lógica sobre la estética; sin embargo, Platón se oponía no solo al uso de las fábulas en la enseñanza sino a todo uso de arte, puesto que el arte alejaba el alma de la verdad, de la cual poseía por naturaleza la semilla y la disposición para el conocimiento. (Nervi, 1965)

Aristóteles define a la fábula como uno de los tantos elementos de los que se vale un orador para persuadir. Por tanto es un elemento más de la retórica y no un género literario. Ya en las fábulas griegas se reflejaban rasgos de su sociedad; cada sociedad ha buscado transmitir ciertos valores de manera implícita en estas narraciones sin embargo fantásticas.

Por otra parte, Rousseau (2005, p115) critica fuertemente el uso de las fábulas en el entorno educativo y las tilda de deformadoras del carácter inocente de los niños. Para Rousseau las fábulas son relatos de difícil entendimiento para un niño y son escritos cargados de mensajes de moral equívoca, porque muestran que es el más fuerte y astuto quien vence y posee ventajas sobre quienes adolecen de falta de sagacidad.

Sin embargo, si bien hubo críticos acérrimos de las fábulas, también hay quienes desde una posición más neutral defienden que pueden ser beneficiosas en ciertos procesos de aprendizaje. Karl Vossler (1947, p.70) dijo a propósito que una fábula puede servir como elemento de ayuda en el aprendizaje, pero no para los niños, puesto que un correcto entendimiento de las mismas necesita al menos la experiencia de quien tenga al menos 40 años.

Más benévolos son autores como Alfonso Francia (1992, p.8), quien destaca la importancia del género para fomentar actitudes y comportamientos precavidos en niños y adolescentes; es más, afirma que una gran cantidad de técnicas y recursos hacen de la fábula un medio pedagógico de primera calidad y del cual se puede hacer uso para mejorar el proceso educativo.

Literatura

En el Diccionario de Autoridades (1734), Literatura es el conocimiento y ciencias de las letras. Etimológicamente deriva de la palabra latina LITTERA, que significa "letras". En el siglo dieciséis en España, Literatura designaba a los manuscritos legales, y a las artes y las letras. En el Diccionario de la Real Academia Española, (1992) el término se aplica al arte que emplea como instrumento la palabra, que comprende las obras con una intención estética. En el Diccionario de Uso del Español de María Moliner se define como el «arte que emplea como medio de expresión la palabra hablada o escrita» y, como segunda acepción, conjunto de obras literarias.

De acuerdo con el Diccionario Internacional de Literatura y Gramática Filosófica de Guido Gómez, la palabra literatura se refiere a los escritos imaginativos o de creación de autores que han hecho de la escritura una forma excelente de expresar ideas de interés general y permanente.

En sentido amplio
El conjunto de obras escritas de ficción con una finalidad lúdica.
Producciones escritas por autores–creadores y avaladas por la crítica literaria.
Clase de escritos que se distinguen por su belleza de estilo o expresión, su preocupación por la forma, a diferencia de los tratados científicos o trabajos en los que es prioritario el contenido sobre la preocupación estética.
Arte que crea belleza por medio de las palabras. Es una de las Bellas Artes, junto con la Arquitectura, la Escultura, la Pintura, la Música, la Declamación y la Danza.
Conjunto de obras literarias producidas en una época: Literatura barroca, literatura romántica...
Bibliografía existente acerca de un tema específico.
Compendio de obras literarias de un país o de una nación a través de la historia .
En su más amplia acepción, por literatura se entiende todo lo relacionado con las letras, particularmente las escritas, y podría definirse como "el conjunto de la producción escrita"; "alles was geschrieben ist, ist literatur" (todo lo que esta escrito, es literatura).
La Literatura
En el siglo XVII, lo que hoy denominamos «literatura» se designaba como poesía o elocuencia. Durante el Siglo de Oro español, por poesía se entendía cualquier invención literaria, perteneciente a cualquier género y no necesariamente en verso. A comienzos del siglo XVIII se comenzó a emplear la palabra «literatura» para referirse a un conjunto de actividades que utilizaban la escritura como medio de expresión. A mediados de la misma centuria Lessing, publica Briefe die neueste Literatur betreffend, donde se utiliza «literatura» para referirse a un conjunto de obras literarias. A finales del siglo XVIII, el significado del término literatura se especializa, restringiéndose a las obras literarias de reconocida calidad estética. Este concepto se puede encontrar en la obra de Marmontel, Eléments de littérature (1787), y en la obra de Mme. De Staël, De la littérature considéré dans se rapports avec les institutions sociales.

En Inglaterra, en el siglo XVIII Literatura, la palabra «literatura» no se refería solamente a los escritos de carácter creativo e imaginativo, sino que abarcaba el conjunto de escritos producidos por las clases instruidas: cabían en ella desde la filosofía a los ensayos, pasando por las cartas y la poesía. Se trataba de una sociedad en la que la novela tenía mala reputación, y se cuestionaba si debía pertenecer a la literatura. Por eso Eagleton sugiere que los criterios para definir el corpus literario en la Inglaterra del siglo XVIII eran ideológicos, circunscritos a los valores y a los gustos de una clase instruida. No se admitían las baladas callejeras ni los romances, ni las obras dramáticas.[1] En las últimas décadas del siglo XVIII apareció una nueva demarcación del discurso de la sociedad inglesa. Eagleton nos cuenta que surge la palabra «poesía» como un producto de la creatividad humana en oposición a la ideología utilitaria del inicio de la era industrial. Tal definición la encontramos en la obra Defensa of poetry (1821) de Shelley. En la Inglaterra del Romanticismo, el término «literato» era sinónimo de «visionario» o «creativo». Pero no dejaba de tener tintes ideológicos, como en el caso de Blake y Shelley, para quienes se transformó en ideario político, cuya misión era transformar la sociedad mediante los valores que encarnaban en el arte. En cuanto a los escritos en prosa, no tenían la fuerza o el arraigo de la poesía; la sociedad los consideraba como una producción vulgar carente de inspiración.

La literatura se define por su literariedad

Don Quijote y Sancho Panza, personajes de Don Quijote de la Mancha.En la búsqueda de una definición precisa de los conceptos «literatura» y «literario», surgió la disciplina de la Teoría de la Literatura, que empieza por delimitar su objeto de estudio; la literatura. A comienzos del siglo XX, el formalismo ruso se interesa por el fenómeno literario, e indaga sobre los rasgos que definen y caracterizan los textos literarios, i. e., sobre la literaturidad de la obra. Roman Jakobson plantea que la literatura, entendida como mensaje literario, tiene particularidades en la forma que la hacen diferente a otros discursos; ese especial interés por la forma es lo que Jakobson llama función poética, por la que la atención del emisor recae sobre la forma del mensaje (o, lo que es lo mismo, hay por parte del emisor una voluntad de estilo). En efecto, hay determinadas producciones lingüísticas cuya función es únicamente proporcionar placer, un placer de naturaleza estética, en línea con el pensamiento aristotélico. El lenguaje combinaría recurrencias (repeticiones) y desvíos de la norma para alejarse de la lengua estándar, causar extrañeza, renovarse, impresionar la imaginación y la memoria y llamar la atención sobre su forma expresiva.

El lenguaje literario sería un lenguaje estilizado y trascendente, destinado a la perdurabilidad, muy diferente de la lengua de uso común, destinada a su consumo inmediato. La literatura, por otra parte, exige una tradición en la que sustentarse: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha no habría podido escribirse si no hubieran existido antes los libros de caballerías. Un texto literario no puede estimarse de forma inmanente y autónoma, sino como consecuencia de otros muchos textos y antecedente de otros (véase intertextualidad).

Wolfang Kayser, a mediados del siglo XX, planea cambiar el término «Literatura» por el de «Belles Lettres», diferenciándolas del habla y de los textos no literarios, en el sentido de que los textos literario–poéticos son un conjunto estructurado de frases portadoras de un conjunto estructurado de significados, donde los significados se refieren a realidades independientes del que habla, creándose así una objetividad y unidad propia.

El término literatura y sus adjetivos
Castagnino, en su libro ¿Qué es la literatura?, indaga sobre qué es literatura y cómo el concepto se extiende a realidades como la escritura, la historia, la didáctica, la oratoria y la crítica. Según Castagnino, la palabra literatura adquiere a veces el valor de nombre colectivo cuando denomina el conjunto de producciones de una nación, época o corriente; o bien es una teoría o una reflexión sobre la obra literaria; o es la suma de conocimientos adquiridos mediante el estudio de las producciones literarias. Otros conceptos, como el de Verlaine, apuntan a la literatura como algo superfluo y acartonado, necesario para la creación estética pura. Posteriormente, Claude Mauriac propuso el término "aliteratura" en contraposición a «literatura» en el sentido despectivo que le daba Verlaine. Todas estas especificaciones hacen de la literatura una propuesta que depende de la perspectiva desde la que se enfoque. Así, Castagnino concluye que los intentos de delimitar el significado de «literatura», más que una definición, constituyen una suma de adjetivaciones limitadoras y específicas.

Si se considera la literatura de acuerdo con su extensión y su contenido, la literatura podría ser universal, si abarca la obra de todos los tiempos y lugares; si se limita a las obras literarias de una nación en particular, es Literatura nacional. Las producciones, generalmente escritas, de un autor individual, que por tener conciencia de autor, de creador de un texto literario, suele firmar su obra, forman parte de la literatura culta, mientras que las producciones anónimas fruto de la colectividad y de transmisión oral, en ocasiones recogidas posteriormentem por escrito, conforman el corpus de la literatura popular o tradicional.

Según el objeto, la literatura será preceptiva si busca normas y principios generales; histórico–crítica si el enfoque de su estudio es genealógico; comparada, si se atiende simultáneamente al examen de obras de diferentes autores, épocas, temáticas o contextos históricos, geográficos y culturales; comprometida si adopta posiciones militantes frente a la sociedad o el estado; pura si sólo se propone como un objeto estético; ancilar, si su finalidad no es el placer estético sino que está al servicio de intereses extraliterarios.

Según los medios expresivos y procedimientos, Castagnino propone que la literatura tiene como formas de expresión el verso y la prosa y sus realizaciones se manifiestan en géneros literarios, universales que se encuentran, más o menos desarrollados, en cualquier cultura; lírico, épico y dramático. Manifestaciones Líricas son aquellas que expresan sentimientos personales; Épicas, las que se constituyen en expresión de un sentimiento colectivo manifestado mediante modos narrativos, y Dramáticas, las que objetivan los sentimientos y los problemas individuales comunicándolos a través de un diálogo directo. A estos géneros literarios clásicos habría que añadir además el género didáctico. El fenómeno literario ha estado siempre en constante evolución y transformación, de tal modo que el criterio de pertenencia o no de una obra a la literatura puede variar a lo largo de la historia, al variar el concepto de “arte literario”.

Barthes: la literatura como práctica de escritura
Para Barthes la literatura no es un corpus de obras, ni tampoco una categoría intelectual, sino una práctica de escritura. Como escritura o como texto, la literatura se encuentra fuera del poder porque en ella se está produciendo un desplazamiento de la lengua, en la cual surten efecto tres potencias: Mathesis, Mímesis, Semiosis.[2] Como la literatura es una suma de saberes, cada saber tiene un lugar indirecto que hace posible un diálogo con su tiempo. Como en la ciencia, en cuyos intersticios trabaja la literatura, siempre retrasada o adelantada con respecto a ella: “La ciencia es basta, la vida es sutil, y para corregir esta distancia es que nos interesa la literatura.” Por otra parte el saber que moviliza la literatura no es completo ni final. La literatura sólo dice que sabe de algo, es la gran argamasa del lenguaje, donde se reproduce la diversidad de sociolectos constituyendo un lenguaje límite o grado cero, logrando de la literatura, del ejercicio de escritura, una reflexibilidad infinita, un actuar de signos.

El bien y el mal

Una vez que adoptamos un objetivo a lograr, lo “bueno” es todo aquello que favorece su logro, mientras que lo “malo” es todo lo que lo impide. Como el hombre busca la felicidad, el “bien” es lo que le permite llegar a ésta, mientras que el “mal” es lo que impide su logro. John Locke expresó: “Aquello que tiene la capacidad de producirnos placer es lo que llamamos un bien, y lo que tiene capacidad de producirnos dolor llamamos un mal”
Baruch de Spinoza consideraba el bien como algo subjetivo, no sólo por haber insistido en la idea de que lo bueno de cada cosa es la conservación y persistencia en su ser, sino también por haber escrito expresamente que «no nos movemos, queremos, apetecemos o deseamos algo porque juzgamos que es bueno, sino que juzgamos que es bueno porque nos movemos hacia ello, lo queremos, apetecemos y deseamos»[2] Es subjetivo, no porque haya distintas opiniones al respecto sino por oposición a lo objetivo y lo concreto. En tal sentido una persona no es inherentemente buena o mala de hecho, sino que sus acciones serán acciones buenas o malas.

Los valores

Los valores son producto de cambios y transformaciones a lo largo de la historia. Surgen con un especial significado y cambian o desaparecen en las distintas épocas. Por ejemplo, la virtud y la felicidad son valores; pero no podríamos enseñar a las personas del mundo actual a ser virtuosas según la concepción que tuvieron los griegos de la antigüedad. Es precisamente el significado social que se atribuye a los valores uno de los factores que influye para diferenciar los valores tradicionales, aquellos que guiaron a la sociedad en el pasado, generalmente referidos a costumbres culturales o principios religiosos, y los valores modernos, los que comparten las personas de la sociedad actual.

¿Qué se entiende por valor?

Este concepto abarca contenidos y significados diferentes y ha sido abordado desde diversas perspectivas y teorías. En sentido humanista, se entiende por valor lo que hace que un hombre sea tal, sin lo cual perdería la humanidad o parte de ella. El valor se refiere a una excelencia o a una perfección. Por ejemplo, se considera un valor decir la verdad y ser honesto; ser sincero en vez de ser falso; es más valioso trabajar que robar. La práctica del valor desarrolla la humanidad de la persona, mientras que el contravalor lo despoja de esa cualidad (Vásquez, 1999, p. 3). Desde un punto de vista socio-educativo, los valores son considerados referentes, pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la persona. Son guías que dan determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social.


"Todo valor supone la existencia de una cosa o persona que lo posee y de un sujeto que lo aprecia o descubre, pero no es ni lo uno ni lo otro. Los valores no tienen existencia real sino adheridos a los objetos que lo sostienen. Antes son meras posibilidades." (Prieto Figueroa, 1984, p. 186)



¿Desde cuáles perspectivas se aprecian los valores?

La visión subjetivista considera que los valores no son reales, no valen en sí mismos, sino que son las personas quienes les otorgan un determinado valor, dependiendo del agrado o desagrado que producen. Desde esta perspectiva, los valores son subjetivos, dependen de la impresión personal del ser humano. La escuela neokantiana afirma que el valor es, ante todo, una idea. Se diferencia lo que es valioso de lo que no lo es dependiendo de las ideas o conceptos generales que comparten las personas. Algunos autores indican que "los valores no son el producto de la razón"; no tienen su origen y su fundamento en lo que nos muestran los sentidos; por lo tanto, no son concretos, no se encuentran en el mundo sensible y objetivo. Es en el pensamiento y en la mente donde los valores se aprehenden, cobran forma y significado. La escuela fenomenológica, desde una perspectiva idealista, considera que los valores son ideales y objetivos; valen independientemente de las cosas y de las estimaciones de las personas. Así, aunque todos seamos injustos, la justicia sigue teniendo valor. En cambio, los realistas afirman que los valores son reales; valores y bienes son una misma cosa. Todos los seres tienen su propio valor. En síntesis, las diversas posturas conducen a inferir dos teorías básicas acerca de los valores dependiendo de la postura del objetivismo o del subjetivismo axiológicos.

¿Cuáles son las características de los valores?


¿Qué hace que algo sea valioso? La humanidad ha adoptado criterios a partir de los cuales se establece la categoría o la jerarquía de los valores. Algunos de esos criterios son: (a) Durabilidad: los valores se reflejan en el curso de la vida. Hay valores que son más permanentes en el tiempo que otros. Por ejemplo, el valor del placer es más fugaz que el de la verdad. (b) Integralidad: cada valor es una abstracción íntegra en sí mismo, no es divisible. (c) Flexibilidad: los valores cambian con las necesidades y experiencias de las personas. (d) Satisfacción: los valores generan satisfacción en las personas que los practican. (e) Polaridad: todo valor se presenta en sentido positivo y negativo; todo valor conlleva un contravalor. (f) Jerarquía: hay valores que son considerados superiores (dignidad, libertad) y otros como inferiores (los relacionados con las necesidades básicas o vitales). Las jerarquías de valores no son rígidas ni predeterminadas; se van construyendo progresivamente a lo largo de la vida de cada persona. (g) Trascendencia: los valores trascienden el plano concreto; dan sentido y significado a la vida humana y a la sociedad. (h) Dinamismo: los valores se transforman con las épocas. (i) Aplicabilidad: los valores se aplican en las diversas situaciones de la vida; entrañan acciones prácticas que reflejan los principios valorativos de la persona. (j) Complejidad: los valores obedecen a causas diversas, requieren complicados juicios y decisiones.

En una escuela de enseñanza primaria, una maestra se dio cuenta de la vanidad que había en las actitudes de sus alumnos. Valiéndose de una situación fantástica, sugirió al grupo lo divertido que sería crear una ciudad imaginaria. Cada alumno podría desempeñar el trabajo que quisiera. Llevando cuenta de las elecciones hechas por los chicos, el grupo descubrió que tenían varios doctores, abogados e ingenieros. Hubo un individualista que aspiraba a ser vago. A continuación, preguntó al grupo si una ciudad así podría sobrevivir. Entonces se puso de manifiesto la necesidad de agricultores, fabricantes de herramientas, de personas dedicadas a la limpieza de las calles, etcétera. En la discusión que siguió, los chicos se dieron cuenta, por primera vez, no sólo de la importancia que tiene toda ocupación en nuestra sociedad, sino también de las medidas que estaban usando para determinar el valor de una ocupación o de una persona. Los distintos valores de nuestra sociedad que dan importancia a la recompensa monetaria, a la categoría, al servicio social, etcétera, emergieron del inconsciente al interés consciente de todos los miembros del grupo. (Lifton, 1972, pp. 263-264)

¿Cómo valora el ser humano?

¿Cómo expresa sus valoraciones? El proceso de valoración del ser humano incluye una compleja serie de condiciones intelectuales y afectivas que suponen: la toma de decisiones, la estimación y la actuación. Las personas valoran al preferir, al estimar, al elegir unas cosas en lugar de otras, al formular metas y propósitos personales. Las valoraciones se expresan mediante creencias, intereses, sentimientos, convicciones, actitudes, juicios de valor y acciones. Desde el punto de vista ético, la importancia del proceso de valoración deriva de su fuerza orientadora en aras de una moral autónoma del ser humano.

¿Cómo se clasifican los valores? ¿Cuáles tipos de valores existen?

No existe una ordenación deseable o clasificación única de los valores; las jerarquías valorativas son cambiantes, fluctúan de acuerdo a las variaciones del contexto. Múltiples han sido las tablas de valores propuestas. Lo importante a resaltar es que la mayoría de las clasificaciones propuestas incluye la categoría de valores éticos y valores morales. La jerarquía de valores según Scheler (1941) incluye: (a) valores de lo agradable y lo desagradable, (b) valores vitales, (c) valores espirituales: lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto, valores del conocimiento puro de la verdad, y (d) valores religiosos: lo santo y lo profano. La clasificación más común discrimina valores lógicos, éticos y estéticos. También han sido agrupados en: objetivos y subjetivos (Frondizi, 1972); o en valores inferiores (económicos y afectivos), intermedios (intelectuales y estéticos) y superiores (morales y espirituales). Rokeach (1973) formuló valores instrumentales o relacionados con modos de conducta (valores morales) y valores terminales o referidos a estados deseables de existencia (paz, libertad, felicidad, bien común). La clasificación detallada que ofrece Marín Ibáñez (1976) diferencia seis grupos: (a) Valores técnicos, económicos y utilitarios; (b) Valores vitales (educación física, educación para la salud); (c) Valores estéticos (literarios, musicales, pictóricos); (d) Valores intelectuales (humanísticos, científicos, técnicos); (e) Valores morales (individuales y sociales); y (f) Valores trascendentales (cosmovisión, filosofía, religión) (p. 53).


"Tiene razón el liberalismo cuando dice que la sociedad es para el hombre y no el hombre para la sociedad, pero diciendo la mitad de la verdad escamotea la otra mitad: que el hombre que se refugia en su "interés privado" y se pone como horizonte el "bien particular" desentendiéndose del Bien Común está violando su dignidad de hombre y da la espalda a la tarea ética que le correspondería en cuanto hombre digno." El principal valor que debemos llevar en nuestras vidas para el bien común lo es sin duda, "el valor del servicio a los demas" solo asi nos beneficiamos todos por igual.
Recuerdo un cuento que me hicieron en alguna ocasión y que mas o menos explica perfectamente este valor, veamos:

Resulta que una vez fallecidos los miembros de una sociedad fueron estos a parar a (2) dos infiernos diferentes. Por un lado estaba el infierno de los individualistas o egoistas y por otro lado estaba el infierno de aquellos que les gustaba y sabian compartir.

A todas estas personas Dios, los castigo con brazos tan cortos que sus manos llegaban a donde tenemos los codos, eran muy cortas, pero muy cortas sus manos. Ademas para poder comer les pego en sus manos una cuchara muy pero muy larga, tan larga que cuando tomaban la comida del plato no podian introducirse la misma en la boca, la cuchara y la comida quedaban muy lejos de ella. Ante esa situación los amigos egoistas sufrian diariamente al no poder comer y era muy grande su lamento, la cuchara no llegaba a su boca. Sin embargo los que si gustaban de compartir sencillamente resolvieron el asunto tomando la comida y dandosela ellos mismos entre sí. No importaba el largo de la cuchara y el problema, al contrario se les hizo mas comodo darse asi la comida. Es como cuando la madre nos alimenta y pone la comida en nuestras bocas, se place esta de alimentarnos. ¿Que bello valor verdad?

Otro ejemplo y ya propio me hace ver la importancia de este valor. Por espacio de de unos (20) veinte años me he dedicado a la venta. En ese tiempo me he podido percatar que se ma ha hecho mas facil a mi, que a mis compañeros el vender y el tener exito en mis gestiones. Mientras mis compañeros llegaban a casa de un prospecto cliente a venderles su producto (en este caso enciclopedias) y le presionaban a que les comprara, yo sutilmente les entrevistaba casi como un trabajador social y les hacia preguntas sobre como ellos "los padres", estarian dispuestos a ayudar a sus hijos en sus estudios. La propia contestación de los padres los llevaba inevitablemente a comprarle a sus hijos tan necesario recurso. Hoy por cierto, y en gratitud yo les obsequio este bello Portal Educativo y ellos me compran la computadora. Solo dando es como mejor se recibe. Esta es la ley de "Siembra y Cosecha".

En el servicio hacia los demas encontraremos nuestra propia felicidad.

Héctor A. García

La facticidad moral

Los usos y las costumbres sociales

La relación moral-sociedad es muy compleja y difícil. Los usos sociales son normas convencionales que tratan de alcanzar algún grado dentro de las relaciones sociales y humanas.

no somos nosotros, de manera individual, quienes decidimos las reglas del buen comportamiento; estas reglas o normas ya estaban allí como resultado de la evolución moral de esa sociedad. el propio comportamiento individual es determinado por la vida del hombre en sociedad. Así el individuo sólo puede comprenderse a sí mismo o ser comprendido en relación con la historia del mundo, puesto que en él se exterioriza, realiza y expresa su voluntad, dentro de un marco universal de deberes sociales.

Las instituciones y los grupos en cuyo seno se desarrollan nuestras vidas, cumplen funciones socializantes, pero sobre todo morales y éticas; ya que sus fines no son simplemente integrar al individuo a la sociedad, sino lograrlo de tal manera que pueda, al mismo tiempo, realizarse personalmente, respetando los usos, las costumbres y normas que distinguen a ese grupo social en particular.

los usos sociales son normas convencionales que tratan de alcanzar algún grado dentro de las relaciones sociales y humanas. tanto los usos como las costumbres se modifican con el tiempo y evolucionan con la sociedad y los individuos; y se afirma que no hay un modelo único de comportamiento, pues se puede vivir de mil maneras diferentes.

la moral y sus prácticas son un acontecimiento de los seres humanos que viven en sociedad y el destino del hombre consiste en moldear el mundo.

Exterioridad y Sentido Del Deber

La exterioridad y el sentido del deber.


Normas y leyes sociales


La libertad implica el sentido del deber y el ejercicio de la eticidad, que es la realización social en los grupos a los que pertenecemos, como son: la escuela, la familia, la comunidad, la nación y el mundo.

La norma establece el contenido del comportamiento; mientras que el principio dirige las actitudes. Las normas morales son necesarias para discernir lo que esta bien y lo que esta mal. Desde el punto de vista moral se entiende por norma la obligación del valor moral.

La continuación se describirán las normas morales y las normas jurídicas.
Las normas y clases de normas:

a) Definición. Las normas son aquellas reglas que tienen obligatoriedad para el hombre dentro de las relaciones de sociales en las cuales se desenvuelve.
b) Lo normativo y lo fáctico. Lo normativo esta dado por las normas o reglas de acción de imperativos que expresan lo que debe ser. lo fáctico esta conformado por los actos humanos que se dan efectivamente, que son en forma real o concreta.
c) Las normas como productos sociales. Son un producto social porque son un resultado del desarrollo material de la sociedad.
d) clases de normas. Culturales, religiosas, morales, jurídicas, estéticas, usos sociales, educativas y profesionales. Las más importantes son las normas morales, jurídicas y los usos sociales.

Características de la norma jurídica:

a) Heteronomía. Significa lo que las normas jurídicas son creadas por una persona distinta del destinatario de la norma, y es impuesta. Esta característica se opone a la autonomía, que significa que la norma es creada de acuerdo con la propia conciencia de la persona.
b) Bilateralidad. Consiste en que la norma jurídica, al mismo tiempo compone obligaciones también concede derechos a uno o varios sujetos. Esta característica se opone a la unilateralidad que consiste que frente al sujeto a quien obliga las normas no existe otro autorizado para exigir su cumplimiento.
c) Exterioridad. La norma jurídica únicamente tiene en cuenta la adecuación externa de la conducta con el deber estatuido en la norma, sin importarle la intención o convicción del sujeto obligado; se opone a la interioridad que se refiere al cumplimiento den deber conforme a los principios y convicciones del obligado.
d) Coercibilidad. Consiste en que el estado puede aplicar una sanción o bien obligar por medio del uso de la fuerza al ciudadano que se niegue a acatar una norma jurídica. Lo opuesto es la incoercibilidad, que consiste en que la norma se ha de cumplir de manera espontánea y que no puede obligarse a las personas a que la cumplan por medios judiciales.

Diferencias entre normas morales y normas jurídicas

a) La sanción para la violación del precepto moral es fundamentalmente interna; mientras que la sanción para la violación del precepto jurídico es externa.
b) La moral gobierna la conciencia interna del individuo; mientras que el derecho gobierna las relaciones externas de los hombres.
c) La norma jurídica se caracteriza por la coercibilidad; mientras que la norma moral es incoercible.
d) Las normas morales tienden hacia el perfeccionamiento de la persona; mientras que la norma jurídica tiende al perfeccionamiento del orden social.